Paradoja Comunicativa

Tarea Semanal

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LA PARADOJA COMUNICATIVA

 

Entre más compleja se hace la comunicación, más se confirma su existencia natural y su tendencia a la iteración. La comunicación se desempeña en la desestabilización de la sociedad y su organización propia,  pero no es ni evolutiva ni antievolutiva, no es indefectiblemente preservadora ni destructora siempre, sino voluble. No reduce ni incrementa la complejidad: vive en ella, es su medio. La comunicación es el pez en su agua, la complejidad;  es el modus operandi de la complejidad, su expresión instrumental. La comunicación es la propia complejidad en acción.

Probablemente resulte imposible distinguir comunicación de complejidad sino como "estados" de algo (cosa, ente, sistema). Pareciera apropiado considerar que la comunicación es el espacio de la complejidad, donde se expresa, donde se la puede conocer y  se la vive sin necesidad de teorizarla.

 

El autor Luhman dice que "en un ámbito cultural que valora la racionalidad y considera que la lógica es saludable, la motivación paradójica tiene que ser comprendida partiendo de puntos de vista patológicos. De acuerdo con un concepto hoy muy extendido, la paradoja produce esquizofrenia..." Para evitarla o aprender a soportarla aceptemos que la comunicación es en sí misma paradoja. Pero atrevámonos a preguntar y a ensayar repuestas. ¿En que radica propiamente ese su carácter paradójico? En que es una improbabilidad que ocurre todo el tiempo. Todos los obstáculos con los cuales se enfrenta la comunicación, -a saber: seleccionar tres diferencias comenzando por una información , escoger una expresión y decidir si se entiende o no- y que la hacen de difícil ocurrencia, son o bien superados (rara vez) o bien "administrados" (casi siempre) por los comunicantes. ¿Por qué ocurre de ese modo? Varios niveles de respuesta aparecen. Primero porque la comunicación es como un caldo de cultivo, una suerte de atmósfera o de medio ambiente en donde ocurre el devenir de la vida, por lo que no le es dado cesar: hacerlo negaría la etología de la vida. Lleguen a donde lleguen las comunicaciones, fructíferas o abortadas, creando consenso o en medio de contradicciones y oposiciones, de cualquier modo suceden o están en curso. La ausencia de comunicación, el silencio generalizado es inconcebible. Segundo porque permite confrontar la resistencia, encarar la fuerza inercial que se opone a la necesidad de expresar es decir porque abre la expectativa de superar la adversidad de su improbabilidad. Y porque los comunicantes están atribuidos de aptitud para desempeñarse como usuarios de la improbabilidad capaces de administrar la dificultad sin vencerla. Se mueven en la contingencia, se expertizan en reaccionar frente a lo inesperado. Están preparados para que no ocurra lo que esperan que ocurra, lo cual por cierto no elimina la esquizofrenia que señala Bateson al referirse a la noción de doble vínculo29 Cuando el comunicante cumple con su triple selección se prepara para enfrentar lo que eligió negar. Su expectativa, en operación compleja, apunta a confrontar "un exceso de posibilidades" menos una, la que eligió. Si la respuesta es la esperada o si es distinta repite at eternum en el diálogo su modus operandi. Comunicación es así la expectativa de una respuesta que prepara para que no ocurra porque la improbabilidad de la comunicación pone al comunicante en estado de aptitud, lo mantiene en forma, en situación de alerta y con ello se crea la condición que hace posible y necesaria la inteligencia. La improbabilidad de la comunicación es el correlato de la vida. De una vida que significa competencia en su doble sentido de rivalidad y aptitud. El comunicante hace todo lo posible para que se le entienda de acuerdo a lo que pretende y se prepara para que no se cumpla lo que espera, y reiterar de cualquier modo su intención, aquella la inicial o cualquier otra que el decurso del diálogo le sugiera o le imponga.

Si Luhmann descubre la condición autopoiética de la comunicación, y se interesa en desarrollar a partir de tal descubrimiento una teoría de la comunicación, es en la medida en que llega a la conclusión de que tal trabajo teorético le es indispensable, junto con su teoría evolutiva y la de sistemas, para edificar como pretende, una gran teoría general de la sociedad.

 

Habermas, en cambio, arriba al estudio de la comunicación interesándose por su efectividad para transformar lo que el llama el mundo de la vida que está formado de la sociedad, la cultura y las personas. Ambos, cada uno desde su distinto punto de observación, se ven obligados a pensar la comunicación, aunque ninguno de los dos partió de seleccionar esa investigación como propósito originario.

 

Luhmann atribuye a Habermas y en cierto modo a su mutuo maestro Parsons el mérito de haber trasladado el problema de la acción desde el terreno de lo que incumbe a lo social, o a lo metafísico, hasta el campo de la comunicación. Con todo, considera que persiste en ellos la creencia de que la comunicación está sujeta al dominio convencional de la racionalidad y la ilusión de que está dotada de atributos teleológicos, es decir que permanece bajo control de la conciencia aunque no sea ya interpretada desde su reconocimiento de facto.

 

 

En muchos casos, se asume implícitamente que la comunicación va tras el consenso, busca el acuerdo. La teoría de la racionalidad de la acción comunicativa desarrollada por Habermas está construida sobre eso. Pero, de hecho, es empíricamente falsa. La comunicación puede ser usada para indicar disensión. La disputa puede buscarse. Y no hay razón para suponer que la búsqueda de consenso sea más racional que la búsqueda del disentimiento. Esto depende completamente de los temas y los participantes de la comunicación. Por supuesto, la comunicación es imposible sin algún consenso. Pero es igualmente imposible desprovista de todo disentimiento

 

En la comunicación paradójica hay algo que encierra importancia pragmática inmediata, e incluso existencial, para todos; la paradoja no sólo puede invadir la interacción y afectar nuestra conducta y nuestra salud mental, sino que también pone a prueba nuestra creencia en la congruencia y, por ende, en el sentido final de nuestro universo.         

 

La paradoja puede definirse como una contradicción que resulta de una deducción correcta a partir de premisas congruentes.

 

En síntesis, hay tres tipos de paradojas:

 

1.     Paradojas lógica-matemáticas (antinomias)

2.     Definiciones paradójicas (antinomias semánticas)

3.     Paradojas pragmáticas (instrucciones paradójicas y predicciones paradójicas)

 

La última de éstas son de gran interés para nuestro estudio porque surgen en el curso de las interacciones y determinan allí la conducta.

 

Los efectos de la paradoja en la interacción humana fueron descritas por primera vez por Bateson, Jackson, Haley y Weakland en un trabajo titulado Toward a theory of Schizophrenia, publicado en 1956.

 

La conducta paradójica impuesta por el doble vínculo es, a su vez, un doble vínculo, y lleva a un patrón de comunicación autoperpetuador satisface los criterios clínicos de la esquizofrenia si se la examina en forma aislado. Puede deducirse que los dobles vínculos no son tan sólo instrucciones contradictorias, sino verdaderas paradojas.

 

El principal distingo entre las instrucciones contradictorias y las paradójicas consiste en que frente a una instrucción contradictoria, se elige una y se pierde, o se sufre, la otra alternativa. El resultado no es feliz pues, como ya se señaló, es imposible comer el pastel y mantenerlo intacto simultáneamente, y el menor de dos males sigue siendo un mal. Pero frente a una instrucción contradictoria, la elección es lógicamente posible. La instrucción paradójica, por otro lado, impide la elección misma, nada es posible y se pone así en marcha una serie oscilatoria autoperpetuante.

 

Una paradoja es una contradicción lógica que resulta de deducciones congruentes a partir de premisas correctas. De los tres tipos de paradojas lógico-matemática, semántica y pragmática- esta última nos interesa aquí debido a sus consecuencias en la conducta. Las paradojas pragmáticas se distinguen de la contradicción simple sobre todo en que la elección constituye una solución en esta última, pero no es siquiera posible en la primera. Los dos tipos de paradojas pragmáticas son las instrucciones paradójicas (doble vínculo) y las predicciones paradójicas.